Las especialistas Érica Ponce y Sandra Collado se refirieron al impacto que genera en el cotidiano de los educadores el actual escenario laboral de las instituciones educativas.
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La licenciada Collado delimitó el alcance del término “burnout”: “Hay muchas definiciones en castellano. Es necesario aclarar la diferencia entre un síndrome (lo que caracteriza a una enfermedad) y un síntoma (la percepción subjetiva de la persona). Al burnout se lo llama síndrome y es una enfermedad laboral que se da en trabajadores cuya tarea se realiza en relación con la interacción con otras personas. Se generaliza en médicos, docentes y enfermeros. Mi abordaje es social, ya que se da también por el tipo de relación de mercantilización de las relaciones laborales, donde se está hablando, actualmente, de un ‘proveedor’ y de un ‘cliente’ del servicio”.
Para la especialista en calidad, medioambiente, higiene y seguridad, esta enfermedad se presenta en tres dimensiones: cansancio emocional (se le llama ‘hastío emocional’, caracterizado por la sensación de no dar más a nivel físico y emocional), la despersonalización (un trato distante, irónico, agresivo, con los destinatarios de la tarea), y la baja realización personal (sentimiento de frustración y falta de valoración de las propias capacidades y habilidades).
Por su parte, la profesora Érica Ponce opinó que en el ámbito educativo “hay una serie de factores de riesgo y de condiciones que nos van enfermando permanentemente. Nos encontramos en las escuelas con aulas superpobladas, la violencia que se genera entre los alumnos y desde el propio sistema educativo hacia el docente, además del contexto y de esta situación de crisis que se vive de falta de trabajo, marginación y exclusión social, que lo afectan no tanto físicamente, sino más psíquica, afectiva y emocionalmente. Comenzamos a tener problemas para enseñar y esto es muy grave para nuestra salud. Nos genera frustración, fatiga y desgaste, nos va erosionando y terminamos cada vez peor”.
¿Hay salida? Para la profesora Ponce “hay diferentes niveles, siendo el más importante es el de las decisiones políticas. Si al gobierno no le interesa la educación, si no la prioriza y no pone en primer término al sistema educativo y a la calidad educativa que se le ofrece a la población, es imposible mejorar nuestras condiciones laborales. El docente no plantea que el salario es lo que más le preocupa, sino el día a día en las escuelas. Entonces, hay una postura y una decisión que se debe tomar, que parte por aumentar el presupuesto educativo y de este modo nos vamos a ver beneficiados en mejores condiciones, edificios y recursos para poder educar y chicos que vayan a estudiar motivados e interesados. Por parte de los docentes, lo importante es empezar a visibilizar estos riesgos que nos enferman, buscar salidas colectivas y prevenir estos riesgos para tratar de evitar el burnout.
Collado también opina que “la salida individual es tomar medicación pero, acá, la salida es grupal. Lo importante son estos ámbitos de discusión, es darnos cuenta de que la responsabilidad de estos problemas no son del individuo, sino de la organización del trabajo, y esto es algo que va mucho más allá de la institución. Esto es mucho más macro, y nos permea a toda la sociedad en cualquier parte del mundo”.
Fuente: www.infanciahoy.com
viernes, 19 de agosto de 2011
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